Hace unos años conocí a un pequeño conejo, este conejo me llamó tanto la atención por la sonrisa que siempre tenía puesta, por lo que un día no me aguante y le pregunté cómo le hizo para ser así, para poder tener esa actitud positiva que hacía que te pudieras sentir en paz con él, a lo que él contestó que me contaría una historia.
Al parecer nadie quería a este pequeño conejo cuando nació, por alguna razón sus padres decidieron no hacerse cargo de él y lo abandonaron con 3 semanas de nacido cerca de un bote de basura. Afortunadamente existen personas que forman parte de instituciones que se encargan de cuidar a los pequeños conejos que por alguna razón se han quedado sin familia.
El conejo fue criado y cuidado toda su vida en esta institución, al principio se sintió solo y como que nadie lo quería, a pesar, de que la institución trataba de cuidar a todos los conejos lo mejor posible, pero el pequeño conejo sabía que el cariño que recibía de estas personas no se podía comparar al que podías recibir de una familia.
Con el tiempo el pequeño conejo fue conociendo a más conejos como él y logró hacer grandes amistades con muchos de ellos y fue aquí, cuando el pequeño conejo fue conociendo por primera vez la alegría del acompañamiento y del amor fraternal que puedes tener con conejos, a pesar de que no compartas sangre con ellos, por lo que el pequeño conejo cada vez se fue considerando un poco más afortunado y fue queriendo cada día más a esa familia que había logrado formar.
El pequeño conejo me dijo que gracias a sus experiencias de vida, consiguió a la familia que tiene ahora y ahora aprecia cada cosa que llega a su vida al máximo, porque sabe que en cualquier momento una situación que puedas ver mala, puede tomar un giro y convertirse en una de tus mejores experiencias.
Por: Ana Paula Aviña
Preparatoria